El Pedro es un río del interior de la península ibérica, afluente del Duero. Discurre por la provincia española de Soria.
El río tiene su origen en la sierra de Pela, en el entorno de la localidad homónima. Tras dejar a ambos lados de su cauce localidades como Noviales, Cuevas de Ayllón, Ligos, Piquera, Peñalba y Aldea, termina desembocando en el río Duero. Perteneciente a la cuenca hidrográfica del Duero, sus aguas terminan vertidas en el océano Atlántico.
La ermita de la Virgen del Val se encuentra situada a unos 200 metros al noroeste de la localidad de Pedro, a los pies de la sierra de Pela, en el término municipal de Montejo de Tiermes, al sur de la provincia de Soria (España).
La ermita de orígenes visigodos, es difícil de fechar, quizá del siglo VII, aunque incluso hay hipótesis que la ubican en la época tardorromana. Se documenta por primera vez en el 1140, con motivo de permutas territoriales entre Alfonso VII y el obispo de Sigüenza don Bernardo de Argen. La aparente pobreza material de esta vetusta construcción, sube de interés dados los escasos vestigios arquitectónicos que nos quedan de la citada época.
Es una humilde construcción en sillarejo y mampostería distribuida en una nave y cabecera rectangular sin presbiterio diferenciado. Cuenta también con un pórtico sobre pies derechos de madera calzados con bloques pétreos; sobre ellos descansa la vertiente de la cubierta del pórtico que se prolonga, en tramo continuado, desde la hilera de la cubierta de la nave. Una cornisa biselada recorre el inmueble adornándose con canecillos románicos de rolos, aves, cabezas y nacelas.
La portada que se sitúa al sur bajo el pórtico, es muy sencilla. Su arco de ingreso es de medio punto sobre impostas naceladas y jambas; la del lado izquierdo presenta, en una de sus piezas, un relieve de tipo geométrico identificado como visigodo. Otros vestigios de esta tipología se encuentran repartidos por los paramentos del edificio, así como en la portada oeste, hoy cegada.
En el interior la nave se cubre con armadura de madera y la cabecera con bóveda de cañón; aquí se reproduce la sencillez exterior destacando únicamente, un austero púlpito de madera y una pila aguabenditera de copa gallonada, bocel en embocadura y fuste decorado con incisiones en bandas alternas de diferente anchura.
Sus ciudades, sobre todo Numancia y Tiermes, fueron inexpugnables a la máquina militar romana erigiéndose, particularmente la primera de las citadas, en el terror de la República. La ciudad de Tiermes, fue sometida el año 98 a. C. y en esa fecha el cónsul Tito Didio obligó a la población a bajar al llano e impidió a sus habitantes amurallar de nuevo el lugar. Las fuentes escritas romanas sobre Tiermes son escasas y muy parcas en sus comentarios. Es innegable que estaban más interesadas en glosar la heroicidad de Numancia para glorificar a su vez su conquista. La información que no disponemos de las fuentes escritas de los historiadores romanos se suple con creces con la ingente documentación revelada por las excavaciones arqueológicas que, desde 1975, han tenido lugar de manera continua en la antigua ciudad y alrededores.
Así, en el pago de Carratiermes se ha localizado una de las necrópolis de la ciudad indígena. Los enterramientos excavados corresponden al rito de incineración, en el que los huesos cremados son introducidos en hoyos directamente sobre el suelo o con mayor frecuencia en una urna. Generalmente, las tumbas permanecían protegidas y cubiertas por un pequeño amontonamiento de piedras y, en algunos casos, depositaban las ofrendas al difunto en un hoyo y por encima colocaban centrada una estela de piedra. Los ricos ajuares de la elite guerrera demuestran el notable poder económico de las clases acomodadas indígenas.
En lo que respecta a la ciudad indígena, la naturaleza del estrato rocoso que sirve de base a la ciudad de Tiermes (blandas areniscas rojas) permitió que, ya en época celtibérica, existieran viviendas rupestres o semirrupestres adaptadas al duro clima de la altiplanicie soriana. Que se tallaran las viviendas en la roca explica que las estructuras básicas de la ciudad celtíbera se hayan conservado intactas, soterradas bajo acumulaciones de tierra de arrastre.
A la ocupación romana que sucede a la celtibérica se atribuyen la mayor parte de los vestigios arqueológicos visitables en el yacimiento: el castellum aquae, la casa del acueducto, el acueducto rupestre, la muralla bajoimperial, las viviendas, etc.
Los vestigios de Tiermes se difuminan en el Bajo Imperio, salvo en lo que respecta a la mencionada muralla que protege la mermada ciudad en esa época. Resulta cuando menos curioso que, a pesar de haber perdido buena parte de la población civil, se levante una imponente y costosísima muralla.
Disponemos de abundantes datos de una necrópolis hispanovisigoda, descubierta en 1993, próxima a la ermita de Nuestra Señora de Tiermes. Igualmente del periodo de la Reconquista tenemos referencias de documentos de los siglos XI y XII en los que mencionan la construcción de una iglesia y dos monasterios, de vida aparentemente breve. De estas construcciones solo queda en el siglo XVI el templo principal como ermita bajo la advocación de Santa María de Tiermes. En torno a la ermita hay varias áreas de enterramientos excavadas, pues, junto a las mencionadas fosas visigodas, se extiende una amplísima y apiñada necrópolis medieval.
El castillo de Caracena es una fortaleza medieval ubicada en la localidad española de igual nombre, en la provincia de Soria (Castilla y León).
En una sentencia de 1136 dictada por el cardenal Guido de Bolonia, recaída en el pleito entablado entre las diócesis de Osma y Sigüenza por la pertenencia de las tierras de Caracena (Soria), ya se hace mención de la existencia de un castillo en la localidad. Este primitivo castillo estuvo activo en el siglo XV durante los enfrentamientos mantenidos entre los Reyes Católicos y el señor de la villa, Juan de Tovar. En nombre de aquellos, su leal don Pedro de Acuña, conde de Buendía, rindió la fortaleza y la confiscó. Su propietario y señor de Caracena, Francisco de Tovar, se vio obligado a demolerla.
En 1491, Alfonso Carrillo de Acuña, sobrino del arzobispo de Toledo, obtiene el señorío de Caracena y procede a la reedificación del castillo siguiendo las pautas constructivas de una época en la que se había generalizado el uso de la artillería, por lo que habían sido concebidas tanto para la mejor defensa frente a las armas de fuego como para su más eficaz empleo desde el interior. A ello responden las troneras que salpican los muros castelares.
La sierra de Pela es una de las sierras que constituye el nexo entre el Sistema Central y el Sistema Ibérico conformada por un páramo que se eleva hasta sobrepasar los 1500 m s. n. m. sobre litologías básicas, predominantemente cretácicas al oeste de la falla de Somolinos, y sedimentos jurásicos al este, visible en el Portillo. Así, la litología de la sierra de Pela está constituida por dos formas básicas: por un lado, dolomías y calizas dolomíticas estratificadas en gruesos bancos, y por otro, dolomías, calizas y margas tableadas.
La sierra de Pela constituye una divisoria de aguas entre la cuenca hidrográfica del Duero, al norte, y la cuenca hidrográfica del Tajo, al sur. La vertiente norte está estructurada por las cuencas los ríos Tiermes y Caracena. La vertiente sur vierte sus aguas al río Bornova, que delimita la sierra con un amplio valle en su parte meridional.
Destaca también la laguna de Somolinos, una laguna de origen kárstico surgida del represamiento natural del cauce del río del Manadero, afluente del Bornova.
El pico de Grado es una montaña española de 1517 m de altitud, situada en el extremo oeste de la sierra de Pela y al norte de la localidad de Grado del Pico, actualmente pedanía de Ayllón (Segovia).
La encina, conocida en la comarca como carrasca de Valderromán, es el mejor ejemplar de su especie en este espacio y en la provincia de Soria. Este árbol gigante no es una excepción en las inmediaciones, donde podemos encontrar abundantes y centenarios ejemplares con formas variadas y estéticas.
Este árbol sorprende por su majestuosidad, con un tronco de 5,19 metros de perímetro y 17 metros de altura, que llegó a dar sombra a unos 300 metros cuadrados. Un radio que en 2018 se vio reducido a consecuencia de una fuerte nevada, que fracturó una de sus ramas a consecuencia del peso de la nieve. No obstante, sigue mereciendo la pena visitar no solo ésta encina sino todo el entorno natural, e incluso pasear por las calles del pueblo y conocer la iglesia de Santa María Magdalena, que cuenta en su interior con una pila bautismal románica.
La fuente y lavaderos de Cuevas de Ayllón son elementos tradicionales que forman parte del patrimonio etnográfico de esta localidad en la provincia de Soria, Castilla y León. Estos espacios no solo cumplían funciones prácticas en la vida cotidiana, sino que también eran lugares de encuentro social, reflejando la importancia del agua en la cultura y las tradiciones locales.
Se trata de uno de los lugares más destacados, donde la fuente emana directamente de la roca, y el lavadero está prácticamente excavado en piedra. Este conjunto se sitúa entre un imponente paredón de la montaña y la ribera del río, creando un entorno pintoresco y de gran valor histórico.